¿Cuántas veces hemos oído aquello, a la hora de probar un plato, de “le falta un punto de sal”? Un montón, seguro. Y es que una de las virtudes de este alimento es el hecho de haber sabido pasar de condimento básico en cualquier cocina a producto ‘delicatessen’. Hoy en día, se puede elegir entre un montón de sales: desde algunas de las más empleadas en la alta cocina, como la sal Maldon, proveniente del condado de Essex (Inglaterra) a otras más exóticas, como la sal rosa del Himalaya y la negra de Hawaï. ¿Y qué decir de flor de sal, de gran pureza, en sus múltiples versiones? Modas gastronómicas, locales de restauración y tiendas especializadas son los responsables de que podamos elegir entre una variedad cada vez mayor de sales. En la tienda Olisoliva.com, en el restaurado y colorista mercado de Santa Caterina (Barcelona), los clientes pueden encontrar exquisiteces como la flor de sal al vino Cabernet Sauvignon o el chocolate con Flor de Sal de Ibiza.
“Cuando inauguramos la tienda, los clientes entraban y pedían información acerca de la variedad de aceites que teníamos. Sin embargo, desde hace unos años, hemos detectado que preguntan, sobre todo, por las sales que vendemos”. Para Daniel Mercadé García, responsable de Olisoliva.com, las sales de alta gama se han convertido en el producto ‘estrella’ de su negocio.