El ejemplo más claro de qué es un jardín sensorial y qué aporta al visitante, se halla en el parque de Castrelos, en Vigo. A mediados del pasado mes de marzo, se inauguraba una zona ajardinada pensada para personas con discapacidad visual en una zona “residual” de este jardín histórico. La iniciativa surgía del propio consistorio vigués, quien se puso en contacto con el estudio BMJ Arquitectos. El proyecto consistió en acotar una senda concreta en forma de cinta-guía habilitada como recorrido de ida y vuelta. “En este itinerario, se aglutinan los estímulos táctiles y aromáticos que facilitan e inciden en la percepción sensorial del jardín”, explican. La obra ha supuesto una inversión por debajo de los 50.000 euros de contrata.
Belinda Besada y Marister Failde, de BMJ Arquitectos, responsable del proyecto del jardín sensorial del Parque de Castrelos de Vigo, tienen claro que la idea no era crear “un jardín para invidentes”. “Más bien todo lo contrario. Deseamos que las personas con discapacidad visual puedan disfrutar del jardín que ya existe. Darles la posibilidad de apreciar la riqueza sensorial de su paseo y recorrido, relativamente autónomos”. El concepto varía, ya que a su modo de ver, no era necesario crear un jardín, sino facilitar la interpretación de lo existente al público invidente, incidiendo en la percepción sensorial del mismo.